Saturday, October 13, 2012

La muerte de doña Flora Mena de Menéndez de la Peña


Retrato publicado en el blog Menéndez
y Menéndez Opus (enlace al final de
esta entrada)
Doña Flora Mena fue la primera esposa de don Rodolfo Menéndez de la Peña, con quien se casó -únicamente por lo civil- el 23 de enero de 1875 en Valladolid.

No se sabe casi nada sobre la ascendencia de Flora. Aunque algunas fuentes aseguran que su segundo apellido es Osorio, eso no lo confirma ni su partida de matrimonio (donde aparece como Florencia Mena), de defunción (que omite el nombre de sus padres y la mención de un segundo apellido) ni las de nacimiento de sus hijos (donde se indica que Flora es natural de Valladolid e hija de Guadalupe Mena).

La señora Mena falleció a los 42 años de edad. Aparte de su viudo le sobrevivieron sus hijos Rodolfo de la Luz, Conrado, Hidalgo, Américo, Flora, Héctor e Iván.

El 25 de julio de 1901, La Revista de Mérida publicó la siguiente nota necrológica:

La Señora
Da. Flora Mena de Menéndez

El martes en la tarde, la penosa dolencia que postró en el lecho del dolor a la estimable dama Da. Flora Mena, esposa de nuestro querido compañero de redacción D. Rodolfo Menéndez, tuvo el funesto desenlace que se esperaba, y que no pudieron evitar ni los esfuerzos del a ciencia ni el cariño y cuidado de sus familiares.

La Sra. Mena de Menéndez, fue esposa modelo y amantísima madre de familia, que supo captarse la estimación y cariño generales por las relevantes virtudes de que estaba dotada; y la muerte, al arrebatarla del seno del hogar, ha dejado también en la sociedad un vacío difícil de llenar.

A su sepelio, que se verificó en la mañana de ayer, concurrieron muchas y distinguidas personas de esta capital, haciéndose notar el elemento estudiantil y profesional, pues como se sabe, el que por espacio de 26 años fue esposo de la llorada ausente, siempre ha estado dedicado a la noble tarea del magisterio.

En trances tan amargos no encontramos frases bastantes para hacer presente al Sr. D. Rodolfo, su esposo, y a sus hijos, la parte que tomamos en el justo dolor que hoy les lacera el alma; la resignación es un bálsamo para esos tremendos golpes del destino; que ella caiga sobre los corazones de los atribulados deudos!

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